La adicción a los videojuegos ha sido reconocida oficialmente como un trastorno mental por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta inclusión subraya la gravedad del problema, cuyas consecuencias afectan tanto a la salud mental como física. Aquí están algunas de sus consecuencias más destacadas:

1. Pérdida de control

Las personas con este trastorno enfrentan una incapacidad para regular el tiempo de juego. A menudo intentan limitarlo, pero terminan jugando mucho más de lo planeado. Este patrón se vuelve recurrente y difícil de romper.

2. Prioridad desmedida

Los videojuegos pasan a ser la actividad central, desplazando responsabilidades esenciales como estudiar, trabajar o incluso cuidar la salud. La socialización y el tiempo en familia también quedan relegados a un segundo plano.

3. Uso compulsivo

La necesidad urgente de jugar se convierte en una prioridad diaria. No poder acceder a los videojuegos genera síntomas como ansiedad, irritabilidad o frustración, similares a los observados en otras adicciones.

4. Consecuencias negativas ignoradas

A pesar de los problemas que se hacen evidentes, como el bajo rendimiento académico o laboral, los conflictos familiares o el deterioro físico, la persona continúa jugando. Es común observar falta de sueño, mala alimentación y aislamiento social

La OMS incluyó la adicción a los videojuegos como un trastorno mental, destacando signos como la incapacidad de detener el juego, descuidar relaciones personales y obligaciones por más de un año. Esta decisión busca generar estadísticas más precisas y fomentar la creación de tratamientos adecuados.

Si bien los videojuegos son una forma de entretenimiento válida, es fundamental mantener un equilibrio y priorizar la salud mental. Identificar los síntomas a tiempo puede prevenir que esta forma de ocio se convierta en un problema serio.

 Este contenido está sujeto al Proyecto Prevención 2.0, el cual tiene la finalidad de divulgar contenido informativo y reflexivo sobre adicciones, malos hábitos y prevención.